Una endospora es capaz de permanecer
en estado de latencia durante muchos años, incluso miles de años. Pero también
se puede dar lugar a una célula vegetativa de un modo relativamente rápido.
Este proceso ocurre en tres pasos: activación, germinación y crecimiento.
La activación
se realiza fácilmente por el calentamiento de las endosporas formadas, durante
varios minutos a una temperatura subletal pero elevada. Las endosporas
activadas quedan así condicionadas a germinar cuando se colocan en presencia de
los nutrientes adecuados.
La germinación
es normalmente un proceso rápido que ocurre en cuestión de minutos y supone la
perdida de refringencia de la espora, un aumento en la capacidad de tinción por
colorantes, y la perdida de la resistencia al calor y a sustancias químicas. En
esta fase se produce la desaparición del dipicolinato calcico y de los
componentes del córtex, y se degradan las SASPs.
La siguiente
fase es el crecimiento, se caracterizan por un hinchamiento visible de la
célula debido a proteínas y ADN. Finalmente, la célula emerge una vez rota la
cubierta de la endospora y se divide. La célula continua luego en crecimiento
vegetativo hasta que nuevamente detecta señales ambientales que ponen en marcha
la esporulación.
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